martes, 16 de abril de 2024

San Vicente y yo


Compartimos un aniversario, su muerte (el 5 de abril de 1419) y mi nacimiento (el 5 de abril de 1963), con 544 años de diferencia. El viernes 5 de abril de 2024 nos celebraron a ambos (sus 605 años de muerte y mis 61 años de vida) en San Vicente Chimalhuacán (Chimal pa los cuates), en el Estado de México, un pueblo pegadito a Ozumba, donde vive mi comadre María Eugenia y cuyo santo patrón es San Vicente Ferrer.

Ya antes, quizá en el 2015, habíamos celebrado esa coincidencia mi comadre y yo, con la alegría, además, del nacimiento de Vicentito, un gallo que salió del cascarón (en forma de pollo, claro)  en su casa justo el 5 de abril, entre los cuetes para San Vicente y el pastel para mí. El Vicentito vivió feliz en Chimal unos cuantos años (entre 5 y 10 es la esperanza de vida de esas aves y entre ellos se situó la vida de mi tocayo de cumpleaños). 

Cuando busqué información sobre el santo en gugle, me encontré con datos interesantes que desconocía por completo. Aquí se puede leer más sobre él, pero entre lo destacable para mí está el hecho de que fuera un escritor del Siglo de Oro Valenciano, de que llevara a cabo, según la leyenda, varios milagros y por ello se le represente con el dedo índice levantado hacia el cielo y un par de alas en la espalda, y de que fuera un predicador viajero en la Europa medieval. Supongo que la iglesia del pueblo de Chimal, del siglo XVI y donde Sor Juana fue bautizada, debe haber sido dominica, como el santo, aunque por qué se le escogió a él como patrón, muerto mucho antes de que América apareciera en los mapas europeos, no tengo ni idea. 













Este añs nos tocaron, a San Vicente y a mí, no solo todos los cuetes del mundo sino también chinelos (que son  oriundos de Morelos, y también de las zonas aledañas del Estado de México) y banda que pasaron dos veces frente a la casa de mi comadre, tocando, bailando y brincando.









Esa noche, la fiesta siguió en la plaza principal del pueblo y la música, con las bocinas más grandes que yo haya visto (y oído) jamás se prolongó hasta las 2 de la madrugada, más o menos.



















Y al día siguiente, la celebración continuó con el desfile de las marotas, quienes se detenían a bailar enfrente de las tiendas, mientars subián y bajaban por las calles del pueblo.

Así el cumpleaños (y poscumpleañera) de este año.
El mero día me regalé, también, un paseíto fotográfico por el pueblo, alejada del centro, y me encontré, entre otras maravillas, imágenes como estas:






Y el Popo, amigo majestuoso, tras una flor de colorín:

 



 

martes, 9 de abril de 2024

Crónica de un eclipse de sol


Nos habíamos preparado comprando unos lentes para ver el eclipse total de sol y no mucho más. Sabíamos que era el lunes 8 de abril alrededor del medio día en Cuernavaca. Que aquí alcanzaríamos una totalidad del 75%.

Yare lo vería en el trabajo. Santiago quedó de venir a la casa, no demasiado emocionado. Cuando llegó, ya la luz en el departamento se sentía diferente. No estaba demasiado oscuro pero con un cariz  diferente de cuando está nublado. A mí me provocaba una sensación de presagio de algo, qué sé yo, no auspicioso. (Ominoso, como diría mi amigo Horacio.) Alba, que me ayuda con la limpieza, comentó que notaba el cambio también. Santiago se puso a desayunar algo rápido mientras yo armaba un morral con camarita rosa, pala de cocina con hoyos, lentes de ver de lejos y lentes oscuros. Los 2 pares de lentes de eclipse los traíamos en las manos.

Antes de salir, vi a unos vecinos sentados a la entrada de su edificio, detrás del mío, platicando resguardados del sol (y sin voltear al cielo), pero, quizá, con la conciencia de que estaban en la sombra de la luna. (O no.)

Y entonces nos lanzamos los tres a ver el eclipse. Alba comentó cómo el anterior (el anular de octubre del año pasado) lo había visto en el piso, entre las sombras de las hojas de los árboles . Así que nuestra primera parada fue bajo el árbol de moringa. Estaba llegando al punto máximo:


"Hace burbujas ese eclipse", comentó una amiga en instagram


Entonces seguimos hasta el guamúchil y, allí, empezamos a atrevernos a ver al cielo, usando los lentes, no sin cierto recelo. Santiago fue el primero y se asombró. Entonces seguimos Alba y yo. Y nos asombramos. Sobre todo de que el sol pareciera la luna (un gajo de luz) y la luna fuera un círculo negro. Una vecina salió al balcón y nos veía con cierta displicencia, quizá preocupación. Le dije que si quería salir a ver. Negó con la cabeza. Le dije que lo podía ver en la sombra de los árboles. Negó con la cabeza.

La temperatura bajó. Llegábamos al 75% (nuestro 100%). Nos sentamos en las bancas de piedra junto a la segunda alberca y nos fuimos turnando los lentes y comentando lo que sabíamos del eclipse. Yo les conté mi vivencia del eclipse total de 1991, que presencié con mi amiga Ángela en plena Avenida Coyoacán (¿o era Churubusco?) de la Ciudad de México, cerca del trabajo de ella. (Santiago no había nacido aún y Alba tenía 4 años.) De entonces no guardo ningún recuerdo visual ni me acuerdo si teníamos lentes (quizás sí porque Ángela tiene un tío astrónomo). Lo que recuerdo con total claridad fue el asombro y el miedo que sentí en el cuerpo cuando se hizo de noche en pleno día. Oscuridad casi total (en la ciudad nunca lo es del todo). Pájaros que volvían a sus árboles a guardarse. (No recuerdo si algo sucedió con el tráfico.) Y la preguntas: ¿Y si no vuelve a salir el sol? ¿Y si nos quedamos a vivir en la oscuridad durante el resto de nuestras vidas? A los poco minutos, volvió a amanecer, claro, aceleradamente, con el sol al centro del cielo, brillante como si no hubiera pasado nada (o como si hubiera pasado todo). Fue como pausar el tiempo duranto unos segundos. Como suspender la vida cotidiana durante un momento. Como aguantar la respiración y luego volver a respirar justo antes de que se acabe el aire.

Y allí, junto a la alberca, la temperatura volvió a subir y la luz "normal" empezó a volver poco a poco. Nosotros emprendimos el camino de regreso al depa. Nos detuvimos para ver al sol medio oculto otra vez, usando mi pala de cocina con agujeros, que nos regaló 7 eclipses, con la luna dejando al sol volver a salir. Y llegamos a la entrada de mi edificio. Una vecina se asomaba por su balcón, hablando por celular. Nos preguntó si podía bajar y verlo con nuestros lentes. Que sí, le dijimos y le enseñamos también las sombras del eclipse entre la palma que adorna el vestíbulo. No entiendo, decía. Con los lentes, miró al cielo, se asombró, preguntó si en Europa se vería y luego corrió escaleras arriba diciéndole al celular que sí se veía. Nosotros nos turnamos los lentes una última vez antes de volver a la casa y a la vida cotidiana, mientras la luz volvía ser la de siempre. (O no.)




miércoles, 3 de abril de 2024

de bichos y así




Mi abuela Rosa les decía "estrellas" a estas arañas. También decía que si las veías caminar para arriba era de buena suerte y de mala si caminaban para abajo. Yo siempre que las veo me siento afortunada. Esta pequeña apareció en mi casa hace un par de días, en la nochecita, cuando Santiago y yo volvíamos de un retiro de meditación. Aunque la foto no quedó muy bien (no quise usar flash), me emocionó volverme a encontrar con una después de mucho tiempo. Quizás haya hecho su nido detrás de esa foto de un canal de Venecia que tomé en otrq vida. Cuando me casé, Adrián me djo que en su familia les decían "cangrejas". Si buscas en gugle, tanto "estrellas" como "cangrejas" te llevan a otro tipo de araña, pero insistiendo, me encontré con que mis estrellas son "selenópidos", una familia de arañas conocidas popularmente como "arañas cangrejo de pared" o "arañas aplanadas".  No son venenosas y cazan insectos. Siempre han sido buena compañía.

A propósito de nada más, hace dos días soñé con otro bicho: una catarina (o mariquita o vaquita de San Antonio) que es un coleóptero coccinélido, de cuerpo redondo o elíptico en forma de cúpula y seis patas cortas. En la casa de Cuernavaca donde vivía mi abuela Rosa también había muchas y yo sentí mucha afinidad por ellas. Dicen también que la visita de una catarina es un buen augurio y en inglés hay una rima en su honor, donde la llaman "ladybird", aunque en realidad es "ladybug":

Ladybird, ladybird fly away home, Your house is on fire and your children are gone,
All except one, and her name is Ann, And she hid under the baking pan.

En mi sueño, que tenía lugar en el viejo departamento de mis papás en la colonia Narvarte pero con la terraza de mi departamento actual, yo tenía una catarina en la mano. Estaba adentro y quería liberarla , pero ccada vez que lo intentaba, acercándome al balcón, la catarina se volvía a meter. Al final, lograba que se fuera volando.

Aquí rescato una foto, de hace más de dos años y medio, de una catarina en un árbol de aguacate del jardín donde camino muchas mañanas:




Y para cerrar, unas palabras de la maestra Pema Chödrön nomás porque me las encontré hoy y son sabias:

Lo que sea que suceda en tu vida, gozoso o doloroso, no te dejes llevar por la reactividad.
Sé paciente contigo mismo y no pierdas tu sentido de perspectiva. 

(Original en inglés y fuente, aquí. Traducción al español, mía.)

jueves, 28 de marzo de 2024

En qué lado de la calle prefieres caminar












Prefiero caminar del lado donde no hay perros ni gente. Prefiero caminar por donde hay hojas secas y pisarlas y hacerlas crujir. Prefiero caminar por donde hay flores de jacaranda caídas, pero sin pisarlas para no aplastar alguna abeja sin querer. Entonces camino al lado para poder oler el perfume que despiden cuando apenas se empiezan a pudrir y todo lo llenan de dulzura y de olor a morado. Prefieron caminar por donde no hay cacas de perro y prefiero usar las banquetas que no están rotas. En Cuernavaca es difícil porque hya lugares que ni banquetas tienen. Me gustaba mucho caminar por Barcelona pero más sola que con Joana o Mary porque ellas siguen y siguen y siguen y siguen. Hoy le contaba a Runs cómo, después de una caminata por el centro de Barcelona, con él y su mamá y Laia, mi dedo pulgar del pie derecho chocó tanto con la punta de la bota dura que calzaba que la uña, para defenderse, sacó otra uña que, al cabo del tiempo, se cayó. Bien valió la pena cuando Santa María del Mar emergió de entre las calles del Barrio Gótico.



miércoles, 27 de marzo de 2024

Visita fugaz 2


Hoy no las tengo todas conmigo. Así pasa a veces. 

Entonces llega un colibrí a mi balcón. Lo veo con el rabillo del ojo. Volteo la cabeza. Es una silueta que tiembla. El contraluz no me deja ver sus colores. Pero sí veo cómo se acerca a los peces de colores que cuelgan de mi balcón. No encuentra néctar. LUego pasa a las gallinas de barro que cuelgan junto a los peces. Tampoco encuentra néctar. No tengo tiempo de fotografiarlo: lo disfruto solo. Sigue su camino hacia la derecha del balcón. Abro la puerta y me asomo. Se ha ido sin dejar rastro, como los pensamientos en la mente si los dejamos. Alcanzo a ver su aleteo mientras se dirige al siguiente edificio, en busca de néctar o de agua.

Escribo, sabiendo que las palabras me alejan de la experiencia, pero también la honran. 

sábado, 23 de marzo de 2024

Invitado: Thinley Norbu Rinpoché


Más allá de la esperanza y la desesperanza




Sufrir en la esperanza es el eternalista.

Sufrir en la desesperanza es el nihilista.

Más allá de la esperanza y la desesperanza está
el budista.






Original en inglés y fuente, aquí.
Traducción al español e imagen, mías.


miércoles, 20 de marzo de 2024

Sin tema


Un clásico de Natalie, diría Sharyn. Una exploración abierta de la mente. Un buen punto donde empezar cuando quieres escribir pero no sabes sobre qué.

Hoy cuando saliste a caminar en la mañana estabas pensando en la "cognición válida inferencial", esa manera que tiene la mente, nuestra mente, de conocer a través de pensamientos con base en alguna percepción directa. Por ejemplo, vas por el pasillo que pasa por detrás de los 3 últimos edificos, donde casi nunca hay gente, y ves que algo se mueve hacia abajo por el muro. Das un respingo de susto, pensando que es un bicho que podría atacarte. Cuando vuelves a ver, te das cuenta de que es la hoja de un arbusto de bugambilia, situado en lo alto de la casa vecina, que se desprendió y llegó al suelo llevado por la gravedad y el viento.












Cuando volviste a tu departamento, viste unas manchas cafés en el piso. Pensaste que a algún vecino o vecina se le había caído el café, el té o algún licuado y pensaste también que qué sucios eran al dejar el suelo manchado. O sea, las meras marcas cafés te llevaron a contarte una historia que hoy ya no te crees tan a pie juntillas como antes, pero que sigue pesando en tu mente, mezclada con la mera percepción de forma y color.

Y recuerdas cuando experimentaste por primera vez, con conciencia, esa cognición válida inferencial. También caminabas de mañana. Llegaste al jardín de arriba del condominio y empezabas a rodear el edifico A sobre el pasto. Mirabas hacia abajo y viste unas cuantas flores de jacaranda, esas navecitas moradas, tiradas sobre el verde. Y pensaste: las jacarandas empiezan a florear. Y pensaste: eso es una cognición válida inferencial. Y volteaste hacia arriba y confirmaste tu inferencia: detectaste un racimo de flores en la jacaranda al borde del jardín.

Y así se recorre el camino marcado por el Buda hacia la iluminación: trabajando con la mente conceptual, disipándola paso a paso, hasta descubrir cómo entre dos pensamientos, hay un Buda, como dijera hace siglos el gran yogui Milarepa.


Y de pilón y porque sí una flor y un árbol de jacaranda:
































Son lo mejor de esta época.:

jueves, 14 de marzo de 2024

Invitada: Ursula K. Leguin


Sócrates dijo: "El mal uso del lenguaje induce el mal en el alma". No estaba hablando de gramática. Hacer mal uso del lenguaje es usarlo en la forma en que lo hacen los políticos y los pulbicistas, con afán de lucro, sin asumir la responsabilidad de lo que significan las palabras. El lenguaje usado como medio para obtener poder o hacer dinero se equivoca: miente. El lenguaje usado como un fin en sí mismo, para cantar un poema o contar una historia, acierta, va hacia la verdad. Un escritor es una persona a quien le importa lo que las palabras significan, lo que dicen, cómo lo dicen. Los escritores saben que las palabras son su camino hacia la verdad y la libertad, y entonces las usan con cuidado, con atención, con miedo, con deleite. Usando las palabras bien, fortalecen sus almas. Los cuentacuentos y los poetas pasan su vida aprendiendo ese arte y  habilidad de usar bien las palabras. Y sus palabras hacen las almas de sus lectores más fuertes, más brillantes, más profundas. 


luna creciente con compañía morada










Original en inglés,   aquí.  Traducción al español e imagen, mías.


miércoles, 13 de marzo de 2024

Proverbio zen


Salgo a caminar, después de unos días raros.
La jacarandas también están raras. Tardías. Lentas.
O quizá sean solo mis proyecciones y mis deseos de verlas todas moradas.

Me encuentro una de las flores barco que ha aterrizado sobre la barda que nos separa de los terrenos del supermercado.
La fotografío.


Subo la foto al feis y escribo una leyenda:

Y en ella, el mundo todo

Mi amiga Eileen la comenta compartiendo un proverbio zen:

You can see the entire universe in a single bloom
O sea,
Puedes ver el universo entero en una sola flor

Yo le agradezco y le digo que no lo conocía.
O, quizás, que no sabía que lo conocía.
Ella me contesta con una carita divertida.

jueves, 7 de marzo de 2024

Khenpo Tsültrim Gyamtso Rinpoché

 

Apertura y espaciosidad


¿Cuál es la verdadera naturaleza de un sueño?
Es solo apertura y espaciosidad.
Lo que necesitamos hacer para liberarnos del sufrimiento
es darnos cuenta de que todas las apariencias son de la misma naturaleza.

Necesitamos darnos cuenta de que nuestro sufrimiento
no proviene de esas apariencias,
sino de que tomamos esas apariencias como reales.

Si nos damos cuenta de esto,
entonces experimentaremos la verdadera naturaleza de todo lo que es,
que es apertura y espaciosidad también.

Cuando primero aprendemos sobre el vacío,
parece que el vacío tiene que ver con los fenómenos externos,
que los fenómenos externos están vacíos de una existencia verdadera.

Pero real y verdaderamente, el vacío verdadero
—la verdadera naturaleza de la realidad— es la verdadera naturaleza de nuestra mente,
la verdadera naturaleza de esta mente muy presente y siempre presente.

Y la verdadera naturaleza de esta mente muy presente es apertura
—espaciosidad—, un completo estar libres de todos los pensamientos,
un completo estar libres de todas las ideas sobre cómo son las cosas o cómo no son.
Apertura, espaciosidad, y relajación.

















Original en inglés, aquí.
Traducción al español e imagen, mías.

miércoles, 6 de marzo de 2024

s i n s e n t i d o


1. m. Cosa absurda y que no tiene explicación.

Sin.:

  • disparatedespropósitonecedadsinrazónbarbaridadatrocidad,
  • absurdo, absurdidad, dislate, incongruencia, incoherencia, burundanga.

Así la vida. También.

La jacaranda del fondo del jardín saca las primeras flores, pero aún tiene hojas y semillas. Se ve triste, pero se llena de pájaros cada mañana y de abejorros en busca de miel.  Quizá la triste seas tú.

Intentas regocijarte por la fortuna de esos otros seres y no lo logras. O muy poco. Pero lo sigues intentando. Le das me gusta o me encanta a sus fotos y videos del otro lado del mundo.

Te preguntas si eres víctima de una herida moral. Y vuelves a toser y a sonarte la nariz non-stop como desde hace dos meses.

Lees sobre el  otherwise y no entiendes nada, pero te lo imaginas.  Agradeces su presencia  en tu vida.

El guardia de confianza, apostado un día sí y un día no en la caseta de entrada al lugar donde vives, se ha ido porque sus úlceras no le permiten levantarse  y sentarse,   te cuenta el otro guardia. Quizás vuelva. Probablemente no.

Has hecho una nueva amiga y eso te hace feliz. Aunque te duele un pelín. ¿O te asusta?

Sigues trabajando para soltar los resentimientos viejos, que te lastiman a ti más que a nadie. Que el dragón te ayude a disiparlos.

Sacas una foto, que parece ilustrar  este absurdo que no tiene explicación.
Te reconcilias con la vida. Un día sí y otro no.





viernes, 1 de marzo de 2024

**** 9 0 *****



¡Feliz cumpleaños al guru de gurus, Khenpo Tsültrim Gyamtso Rinpoché!

Oh guru, que tus tres kayas permanezcan siempre.


jueves, 29 de febrero de 2024

Año bisiesto 2

Creo que todo lo que me viene a la cabeza cuando un año es bisiesto lo dije aquí hace 4 años, cuando estaba viviendo en Madrid y cuando la pandemia estaba a punto de llegar pero aún no lo hacía (o nos nos habíamos dado cuenta).

Hoy el bisiesto me agarra en mi casa de Cuernavaca. Las jacarandas no han empezado a florear, solo algún racimito perdido aquí y allá, casi imperceptibles, y algunas flores moradas en el piso. Hace bastante calor (la que nos espera en abril y mayo pensamos...) y yo sigo batallando con un catarro que va y viene y no se acaba de ir.

Entonces, en el 2020, estaba a punto de cumplir 57 y hoy me acerco peligrosamente a los 61. Muchas cosas parecen iguales y todas han cambiado. Sigue siendo cierto que los años bisiestos los siento como años de mi hijo (y un poco míos) porque él nació en uno (1996), como muchos de sus amigos y como Yare. Son años olímpicos aunque los de Tokyo 2020 se celebraran en el verano del 2021, pero conservaron el nombre. 

Y hoy descubro el porqué del nombre en inglés (leap year / año salto). Si normalmente cualquier fecha dada en el calendario (como un cumpleaños, por ejemplo) cae en el siguiente día de la semana cuando llega el año siguiente al actual (mi cumple en 2022 cayó en martes, mientras que en el 2023 cayó en miércoles), después de un año bisiesto, esa misma fecha se saltará un día: (mi cumpleaños este año caerá en viernes, o sea, se saltó el jueves). También se nota fácilmente en la relación entre febrero y marzo, que en años no bisiestos, tienen sus días en los mismos días de la semana (bueno, hasta el 28 de marzo), mientras que en un año como este, los días de marzo se corren un día de la semana hacia adelante con respecto a febrero.

También recuerdo cómo de chica pensaba que la gente que había nacido un 29 de febrero, solo cumplía años los años bisiestos, aunque en realidad siguiera dando las mismas vueltas al solo que los demás. Pero algo hay, quizás, en que el día "nuestro" por antonomasia solo sea tal cual cada cuatro años. Hoy, por cierto, es el caso para el compositor Gioachino Rossini, nacido el 29 de febrero de 1792, cuya obertura a La urraca ladrona escucho ahora en la radio en el espacio de El Coleccionista.

En fin, qué serie de elaboraciones conceptuales que, en realidad, no apuntan a nada. 

Entonces para cerrar, algo mucho más concreto y asible: un racimo de botones de flores de jacalasúchil prontos a abrir, sobre un cielo azul lleno de vainas rojas, en el jardín de astrás del lugar donde vivo:





lunes, 26 de febrero de 2024

p e r s e v e r a n t e





Los encargados de atender el jardín del condominio donde vivo son más carniceros que jardineros. Parecen estar en guerra con la vida, en especial el mayor de ellos, un hombre con peso de más y siempre bajo un sombrero medio roto y tras un mandil plastificado que lo protege del pasto, supongo. Camina lento, muchas veces abrumado por el peso de sus herramientas, que parecen más armas que utensilios. La peor de ellas, a mi parecer, es el espeluznante soplador de hojas, cuyo escándalo lo oyen hasta los extraterrestres en el espacio, donde el sonido no puede viajar...

Entre los enemigos fundamentales de este señor y sus compañeros de trabajo, se encuentran las plantas que crecen entre las piedras de las bardas o entre los adoquines o el cemento del piso. No las atacan cada semana, pero últimamente con más regularidad que antes. Esta lucha la emprenden con una orilladora que, por suerte, no siempre arranca las plantas de raíz. También es bastante ruidosa y suele venir aparejada con la podadora para el pasto. (Sinfonía infame.)

Mi planta favorita entre las atacadas es una con hojas en forma de corazón y flores que salen en pares. La descubrí hará un par de años paseando por el condominio, en la barda del edificio detrás del mío, y confirmé con mi amigo virtual Xavi que se trata de una Passiflora biflora

Todos los días que camino, la visito, esperando poder verla florear otra vez, pero ya no la han dejado. Cada vez que crece mucho, los carniceros la cortan al ras y ella, persevera, insiste, persiste, y vuelve a nacer, como se ve en la foto que abre esta entrada.

Y yo me empeño en seguirla visitando (y fotografiando), esperando que pueda llegar a sacar flores nuevamente, como las que se ven aquí abajo, tomadas hace más de dos años.
 





martes, 13 de febrero de 2024

Invitado: Dzigar Kongtrul Rinpoché


Otro de los impedimentos más comunes para tsewa [tibetano para calidez, afecto y ternura] es guardar un rencor o un resentimiento. Si alguien te ha ocasionado dolor, es un desafío mantener tu corazón abierto hacia esa persona. Aun peor, un resentimiento en contra de una o de unas cuantas personas puede convertirse en una forma mucho mayor de rencor, tal como un prejuicio hacia un grupo entero de gente o una animosidad hacia toda la raza humana. No es raro que unas cuantas experiencias de sentirse herida bloqueen todo flujo de ternura del corazón inherentemente cálido de una persona...
Para soltar nuestros resentimientos, debemos entender que no estamos atorados con ellos. Tenemos dos opciones. La opción habitual es seguir aferrándonos, seguir privándonos del oxígeno de tsewa. La otra manera es hacer cualquier esfuerzo necesario para soltar y, así, restaurar el flujo naturalmente exubierante de amor hacia nuestro corazón. Podríamos creer que cerrándonos estamos protegiendo nuestro corazón, pero esa es una manera confusa de pensar. Intentar protegernos de ese modo termina siendo lo que más nos lastima. Hay una analogía clásica: si una flecha te lastima, puedes culpar a quien lanzó la flecha de tu herida. Pero si entonces tomas la flecha y la presionas más y más profundamente en la herida, eso es tu propio hacer.


ave medio escondida entre las hojas


Original en inglés y fuente, aquí.
Traducción al español e imagen, mías.

domingo, 11 de febrero de 2024

¡Feliz Losar!




2024
Año del dragón de madera

basado en una pintura hecha por el Sexto Dzogchen Ponlop Rinpoché


¡Que el Año del Dragón de Madera traiga salud, riqueza y felicidad para todos!
¡Feliz Losar 2024!
de la sangha y los maestros de Nalandabodhi