jueves, 16 de diciembre de 2010

A propósito de Jane Campion


y de su más reciente película, Bright Star, con la cual se cerró la 52 Muestra Internacional de Cine en el Teatro Morelos de Cuernavaca

para Edna

6:30 en punto, después de pasar el susto de que habían cambiado la programación y nosotras hechas a la idea de ver otra creación de la directora de El piano. Meses de planeación antes de poder concretar una discreta salida al cine. Pero la espera se justificaba: la muestra cerraba con la vida del poeta romántico John Keats vista a través de los ojos de la brillante neozelandesa. Y entonces, ¿por qué después de ese comienzo espectacular con la aguja que atraviesa la tela en manos de Fanny (el amor de Keats), después de la danza de telas blancas (sábanas colgadas para secarse, cortinas que irrumpen en la habitación impulsadas por el viento), de la pequeña Toots recogiendo flores blancas en el jardín o de la nieve cubriendo las ramas desnudas de los árboles, me empecé a sentir perdida? ¿No se había ido Keats a Italia en aras de su salud? ¿Por qué sigue en Inglaterra en la siguiente escena? ¿No estaba muy enfermo después de su regreso de Londres, escupiendo sangre sin remedio? Pero si apenas estuvo en la capital un día o unas cuantas horas. Y Fanny no para de llorar cuando lo acaba de ver. Se pregunta qué es el amor como si lo hubiera perdido para siempre. Pero debo ser yo que no entiendo. ¿Habré cabeceado sin darme cuenta? ¿Y si le pregunto a mi acompañante? ¡Qué vergüenza! Va a pensar que no soy tan cinéfila como presumo. Abigail, sirvienta de la familia de Fanny, da a luz un niño y unos cuantos cuadros más adelante apenas la están presentando con el futuro padre de su criatura. Ah, claro, no es el mismo personaje. Sólo llevan idéntico nombre. No, pero si es igualita. ¿Y el tal Charles Brown no se había despedido para siempre? Y ahora anda por la casa como si nada. Pero, ¿y esos saltos y cortes bruscos entre las escenas? Bueno, esto es cine mucho más vanguardista de lo que parecía. No, no puede ser. Finalmente, haciendo de tripas corazón, me acerco a mi amiga y le pregunto (casi a modo de confesión): ¿Soy yo o aquí hay algo raro? Desde la oscuridad me contesta algo como, sí, ¿verdad?, hay cosas que no quedan claras. Bueno, por lo menos no soy la única que no ve el nuevo traje del emperador. Y, de repente, la iluminación: ¡Si es que nos han puesto los rollos en desorden! La propuesta de Jane Campion es la de una narración cronológica, tal como empezó, recreación perfecta del ambiente del campo decimonónico inglés, de los versos de Keats, y resulta que o el cácaro se quedó dormido o, como nos decían a la salida, es que la película ya venía muy mal desde el Estado de México y ayer la tuvimos que arreglar. Menos mal... que si Jane Campion llega a estar en la proyección se habría ido a aventar del primer balcón disponible. La nueva versión del filme equivalió, pues, a leer un libro que ha sido encuadernado en desorden o a admirar un pintura colgada al revés, sin la intención, claro está, de ofrecer al espectador un desafío, sino con el triste desenlace de haber destrozado una obra de arte, mucho más grave que la pérdida de la exigua suma que habíamos pagado por verla. Eso, sí, mi amiga y yo nos divertimos como enanas cuando nos dimos cuenta de lo sucedido y, de camino a casa, empezamos a rehacer el rompecabezas que recién habíamos compartido. Y, además, contamos con el pretexto perfecto para hacer otra cita y ver si cachamos la bright star en una proyección apegada a la edición original de la directora...

3 comentarios:

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  2. Gracias por el cumplido, me siento honrada¡

    No paro de reir, ja-ja-ja, aunque debo confesar, mi querida Adela que no toda la gente tiene nuestro sentido del humor... mmm... que raro¡¡

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  3. Jaja, de verdad cómo me he reído, no puede ser. Y respecto al ecomentario de "Edna" yo hubiera hecho que la volvieran a poner en órden y es que no puede ser... ese pobre cine Morelos, Jajaja. Me gusta el nuevo "look" del blog.

    A que ahora busco la película, suena muy bien la mezcla de Keats con la neozelandeza.

    Saludos desde el helado fin de semana madrileño

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