jueves, 23 de junio de 2011

Invitada: Carmen Laforet

Empezó a temblarme el mundo detrás de una bonita niebla gris que el sol irisaba a segundos. Mi cara sedienta recogía con placer aquel llanto. Mis dedos lo secaban con rabia. Estuve mucho rato llorando, allí, en la intimidad que me proporcionaba la indiferencia de la calle, y así me pareció que lentamente mi alma quedaba lavada.
Fragmento tomado de su novela Nada

Recuerdo cómo de adolescente tenía un cuaderno donde iba copiando citas de novelas, poemas o trozos de letras de canciones que ponían en palabras mis revueltas emociones. Hoy ese cuaderno no existe más. (Debe haber acabado en el tambo de basura después de alguna limpieza en el antiguo departamento de mis padres.) Sin embargo, mi memoria conserva algunos de los textos que allí copié. Con la ayuda de internet, recuperé este párrafo, solaz en varios momentos de mi juventud temprana. Ahora que han comenzado por fin las lluvias, mi alma se siente también como recién lavada por los chorros de agua que de tarde o de noche se dejan ver y escuchar desde mi ventana.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario