viernes, 10 de abril de 2015

Invitado: David Whyte



EL MAL DE AMORES / EL CORAZÓN ROTO / EL DESAMOR

es inevitable; es el desenlace natural de entregarnos a las personas y a las cosas sobre las cuales no tenemos control, de sostener en nuestro cariño a quienes inevitablemente se mueven más allá de nuestra línea de visión.


El corazón roto comienza en el momento cuando se nos pide que soltemos pero no podemos, en otras palabras, colorea, habita y magnifica todos y cada uno de nuestros días: el mal de amores no es una aparición, sino un camino que los seres humanos siguen aun a través de la vida más común y corriente. El desamor es una indicación de nuestra sinceridad: en una relación amorosa, en el trabajo de una vida, al tratar de aprender un instrumento musical, en el intento de moldear un yo mejor y más generoso. El corazón roto es el lado bellamente indefenso del amor y el afecto y es tanto una esencia y un emblema de cariño como la habilidad, pronta pero abstracta, del atleta espiritual para soltar. El mal de amores tiene su propia manera de habitar el tiempo y su propia paciencia, hermosa y difícil, al ir y venir.

El corazón roto es la manera en que maduramos; sin embargo, usamos la frase "corazón roto" (o mal de amores o desamor) como si solo ocurriera cuando las cosas han salido mal: un amor no correspondido, un sueño roto, un hijo perdido antes de tiempo. El mal de amores es algo que esperamos poder evitar; algo de lo cual protegernos, un abismo del cual estar pendientes para luego rodearlo; la expectativa es encontrar una manera de poner nuestros pies donde las fuerzas elementales de la vida nos mantengan en el modo al que queremos acostumbrarnos y que nos evite las pérdidas que todos los demás seres humanos han experimentado sin excepción desde el comienzo del tiempo consciente. Pero el desamor podría ser la esencia misma de ser humanos, de estar en el camino de aquí a allá, y de llegar a involucrarnos profundamente con lo que encontramos en el camino. 

... si el corazón roto es inevitable e ineludible, podría estarnos pidiendo que lo busquemos y nos hagamos sus amigos, que lo veamos como nuestro compañero constante e instructivo, y aun quizá, en la profundidad de su impacto así como en retrospectiva, que lo veamos como su propia recompensa. El mal de amores nos pide no buscar un camino alternativo, porque no hay un camino alternativo. Es una preparación más profunda para lo que amamos y lo que hemos amado, una pregunta ineludible y con frecuencia hermosa, algo o alguien que ha estado con nosotros todo el tiempo, pidiéndonos que estamos listos para el soltar último.



 Original en inglés y fuente, aquí.
Traducción al español e imagen, mías.

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