domingo, 25 de diciembre de 2016

Día de Navidad


Amanece silencioso. Muy silencioso. Encima es domingo. Así que el silencio es doble. Y a mí me amanece silenciosa el alma. Claro. Siempre me pasa en estas fechas. Aunque este año la tristeza ha sido ligera ligera. El viaje a Madrid y la publicación y presentación de Incómodos (de todo eso tengo pendiente una entrada larga) indudablemente han contribuido al buen ánimo durante "las fiestas". De hecho me preparé estando allá para tener algo de antídoto antigrinch. Aquí un arbolote de Navidad tomado desde el autobús una noche volviendo a casa con Ana por la Castellana:



















Pero igual de pronto se cuelan las ausencias y las nostalgias y las fantasías de lo que pudo haber sido y no fue. La verdad es que también yo anduve conjurando fantasmas y alguno respondió, aun indirectamente. Y eso es como patear un avispero. Ahora solo queda esperar a que los recuerdos avispa, las ansias avispa, la soledad avispa se vuelvan a asentar. Que lo harán. Sin duda. Y seguramente se seguirán transformando en novela.

Y acá otro árbol navideño en Madrid, muy cerca de Colón:



Y para cerrar (y por si las dudas), unas uñas festivas, por si a algún fantasma
le da por ponerse necio:



















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